Quien me ame tendrá que amar también la manera en que amo el mundo que amo, y tal vez amarlo en la misma dirección.
Sería bueno, comensales (con el debido respeto L) que si yo con mis textos les hablo, los interpelo, les pregunto y les hago guiños me contesten, me devuelvan e intercambiemos. A fin de cuentas las palabras no son más que excusas.
La gente todavía habla en los trenes. La gente todavía habla en los colectivos. El destino siempre será chambón y siempre se charlará en las carrozas de caballos, saboreando tortas fritas, aunque tantos quieran anularlo, conectarnos y automatizarnos. Eso nunca a a pasar porque el hombre es hombre porque se rebela y nunca dejará de ser así.
Y eso fue un mal final. Aunque improvisado.
domingo, 30 de octubre de 2011
sac
Podría escribir hasta caerme dormido y ya no tiene sentido diferenciar un texto del otro. El ardor agota pero llena y sobre todo deja.
El ardor es sedimento. Es un río que arrastra desde muy arriba y trae de todo.
El ardor es olvidarse del temor de no tener qué escribir. Porque como buen ardor todo lo quema, todo lo anula, todo lo concentra. Es por un momento (y es necesario que sea sólo por un momento) el centro de toda nuestra existencia. En el ardor estamos y el ardor somos y del ardor nos alimentamos para mover las piezas, para romper los órdenes, para vivir. Sin el ardor seríamos objetos. Floreros o atizadores o fierros viejos o fríos u olvidados o fierros nuevos y cuidados. Pero objetos al fin. Y como objetos seríamos carentes de voluntad. Un objeto puede producir cosas hermosas, pero no lo hace por propia voluntad. Lo hace sólo a través del ardor del hombre que lo dota de movimiento y de luz.
Eso es el hombre. Movimiento. Dolor. Fuego. Chichón en la frente, caída libre y trampolín al vacío. Siempre fue así y eso fue todo lo que permitió que la humanidad se mueva.
¿Realmente ustedes pueden distinguir un texto del otro? No, seguro que no, como tampoco yo, aunque hay frases que sientan bien como finales y hay que dejarlas ser.
El ardor te saca el sueño, te agarrota el brazo, te transpira la mano y te subvierte el tiempo, las prioridades y los recorridos. Es cuando el outside es in y el inside es out. No puedo creer que digan que las canciones de Lennon eran crípticas. ¡POR FAVOR! ¡Son el agua misma! Y además de lo transparente, porque son vitales y nutritivas.
El ardor te agota. Como llorar. Te deja humeante, te deja tela caída y aplastada, mitad en el piso, mitad en la pared. Pero tela por la que pasó un viento que movió, sacudió, dio vida, te trajo de allá para acá y te llevó de acá para allá.
Suena Vicentico en el tren. Justo al lado mío. El ardor me pesa en las pupilas y Gabriel Fernandez, la verdad, se antepone entre mi cabeza y la lapicera. Así que bajo la persiana por hoy. Aunque eso no exista.
Salud y buenos alimentos.
Algún día voy a escribir sobre la importancia de los cuadernos (guau, más de 4 hojas de cuaderno)
Hoy, más de un día después, puedo decir que sí, que el bajar la persiana no existe. Y que cuando el texto llama llama y tenés que dejar de caminar para escribirlo y por más que luego te propongas seguir caminando vas a tener que volver a detenerte, volver a abrir el cuaderno y seguir volcando. Es así y amo que así sea.
El ardor es sedimento. Es un río que arrastra desde muy arriba y trae de todo.
El ardor es olvidarse del temor de no tener qué escribir. Porque como buen ardor todo lo quema, todo lo anula, todo lo concentra. Es por un momento (y es necesario que sea sólo por un momento) el centro de toda nuestra existencia. En el ardor estamos y el ardor somos y del ardor nos alimentamos para mover las piezas, para romper los órdenes, para vivir. Sin el ardor seríamos objetos. Floreros o atizadores o fierros viejos o fríos u olvidados o fierros nuevos y cuidados. Pero objetos al fin. Y como objetos seríamos carentes de voluntad. Un objeto puede producir cosas hermosas, pero no lo hace por propia voluntad. Lo hace sólo a través del ardor del hombre que lo dota de movimiento y de luz.
Eso es el hombre. Movimiento. Dolor. Fuego. Chichón en la frente, caída libre y trampolín al vacío. Siempre fue así y eso fue todo lo que permitió que la humanidad se mueva.
¿Realmente ustedes pueden distinguir un texto del otro? No, seguro que no, como tampoco yo, aunque hay frases que sientan bien como finales y hay que dejarlas ser.
El ardor te saca el sueño, te agarrota el brazo, te transpira la mano y te subvierte el tiempo, las prioridades y los recorridos. Es cuando el outside es in y el inside es out. No puedo creer que digan que las canciones de Lennon eran crípticas. ¡POR FAVOR! ¡Son el agua misma! Y además de lo transparente, porque son vitales y nutritivas.
El ardor te agota. Como llorar. Te deja humeante, te deja tela caída y aplastada, mitad en el piso, mitad en la pared. Pero tela por la que pasó un viento que movió, sacudió, dio vida, te trajo de allá para acá y te llevó de acá para allá.
Suena Vicentico en el tren. Justo al lado mío. El ardor me pesa en las pupilas y Gabriel Fernandez, la verdad, se antepone entre mi cabeza y la lapicera. Así que bajo la persiana por hoy. Aunque eso no exista.
Salud y buenos alimentos.
Algún día voy a escribir sobre la importancia de los cuadernos (guau, más de 4 hojas de cuaderno)
Hoy, más de un día después, puedo decir que sí, que el bajar la persiana no existe. Y que cuando el texto llama llama y tenés que dejar de caminar para escribirlo y por más que luego te propongas seguir caminando vas a tener que volver a detenerte, volver a abrir el cuaderno y seguir volcando. Es así y amo que así sea.
La desacralización de las palabras
Una vez que se caen los símbolos y se entiende que se vaciaron para poder ser llenados otra vez, se está superando. Porque vaciarlos es volverlos a su estado inicial, a su fecundidad primera, a su posibilidad de mil semillas.
Finalmente caen las palabras. Y sí, estoy queriendo decir las dos cosas a la vez. Porque las ideas revolotean y se acumulan, se agolpan, presionan y laten contenidas, llenas de vida en potencia y pidiendo aire, luz, acción. Y todo lo que hay que hacer es dejar que caigan por su propio peso. Entonces una tarde cualquiera en que las cosas, cuando no, siguieron un ritmo distinto al planeado, te hacen abrir los ojos en el tren y revolver la mochila buscando la fuente. Buscando volcar.
Y todo porque me olvidé el libro que finalmente estoy empezando a saborear. Qué curioso, justo ahora, cuando más y más símbolos se vacían. O tal vez fueron los músicos callejeros y esas cuerdas que tan bien chasqueaban. Qué lindo es cuando chasquean.
La verdad que sos muy divertida. Son lindas las conexiones. ¿Y sabés cuando son más lindas? Cuando son naturales, sin fuerza, curiosas, vertiginosas y hambrientas. Cuando se liberan como una rendijita que va dejando pasar un hilito de luz, hasta que ese hilito se vuelve un torrente de energía que todo lo abarca y todo lo inunda y a nadie ahoga, al contrario, es luz creadora, vital, insuflante.
Pasa. Pelikan y el borde del absurdo. El preguntarse y frenarse. El decir ahora qué. El no querer arruinar un texto, como si tuviéramos el control del mismo.
Michal Balzari (lo digo así para que suene más literato) dijo que cuando hace arte es algo así como un vehículo. Que la energía baja hacia él, lo atraviesa y se proyecta. Como la pirámide de Pink Floyd. Es un poco así. Y es cuando comprendo que los textos no se fuerzan, o al menos no estos textos. Que está bien, uno quiere escribir. Que también está bien, uno también empieza a estar bloquedo. ¡¡JÁ!! Como si fuera escritor. Pero hay que relajarse. Como dijo F, el amor al volver estará y si no está no era tan amor. Lo mismo pasa con las palabras. Que son hilachas, pero al revés. Uno tira de ellas y en vez de desarmar traman, se unen, cubren y abarcan. Se hacen materia, ondas, llegan a vos, te mueven, se hacen carne, las devolvés, circulan, se revuelven y se vuelven a deshilachar sólo para volver a hilacharse. Las palabras nunca mueren. Como el fuego, como yo, como vos, como aquellos y como los que vendrán. Otra vez, sí, otra vez, todos los fuegos son el fuego y todas las hojas son del viento como todas las letras son el hombre. Y no se puede refrenar, no se puede aniquilar ni contener, aunque uno crea que sí. Es indisimulable, irrevocable, porque así es la vida cuando quiere vivir y así son los sueños cuanto te nacen en el pecho y tienen todo el sentido que tienen que tener, a pesar de los dedos, de los perros, de la envidia y de las cobardías transferidas.
Gente es así, escuchense. No, no es asá, es así. Como vos lo sentís, como a vos te late, como a vos te galopa. Y es así porque es en vos y si es en vos es en otros y es en todos, aunque de todos los que se animen a escucharlo, a decirlo, a escribirlo, seamos sólo unos pocos.
Seamos cada vez más. El mundo es nuestro.
Finalmente caen las palabras. Y sí, estoy queriendo decir las dos cosas a la vez. Porque las ideas revolotean y se acumulan, se agolpan, presionan y laten contenidas, llenas de vida en potencia y pidiendo aire, luz, acción. Y todo lo que hay que hacer es dejar que caigan por su propio peso. Entonces una tarde cualquiera en que las cosas, cuando no, siguieron un ritmo distinto al planeado, te hacen abrir los ojos en el tren y revolver la mochila buscando la fuente. Buscando volcar.
Y todo porque me olvidé el libro que finalmente estoy empezando a saborear. Qué curioso, justo ahora, cuando más y más símbolos se vacían. O tal vez fueron los músicos callejeros y esas cuerdas que tan bien chasqueaban. Qué lindo es cuando chasquean.
La verdad que sos muy divertida. Son lindas las conexiones. ¿Y sabés cuando son más lindas? Cuando son naturales, sin fuerza, curiosas, vertiginosas y hambrientas. Cuando se liberan como una rendijita que va dejando pasar un hilito de luz, hasta que ese hilito se vuelve un torrente de energía que todo lo abarca y todo lo inunda y a nadie ahoga, al contrario, es luz creadora, vital, insuflante.
Pasa. Pelikan y el borde del absurdo. El preguntarse y frenarse. El decir ahora qué. El no querer arruinar un texto, como si tuviéramos el control del mismo.
Michal Balzari (lo digo así para que suene más literato) dijo que cuando hace arte es algo así como un vehículo. Que la energía baja hacia él, lo atraviesa y se proyecta. Como la pirámide de Pink Floyd. Es un poco así. Y es cuando comprendo que los textos no se fuerzan, o al menos no estos textos. Que está bien, uno quiere escribir. Que también está bien, uno también empieza a estar bloquedo. ¡¡JÁ!! Como si fuera escritor. Pero hay que relajarse. Como dijo F, el amor al volver estará y si no está no era tan amor. Lo mismo pasa con las palabras. Que son hilachas, pero al revés. Uno tira de ellas y en vez de desarmar traman, se unen, cubren y abarcan. Se hacen materia, ondas, llegan a vos, te mueven, se hacen carne, las devolvés, circulan, se revuelven y se vuelven a deshilachar sólo para volver a hilacharse. Las palabras nunca mueren. Como el fuego, como yo, como vos, como aquellos y como los que vendrán. Otra vez, sí, otra vez, todos los fuegos son el fuego y todas las hojas son del viento como todas las letras son el hombre. Y no se puede refrenar, no se puede aniquilar ni contener, aunque uno crea que sí. Es indisimulable, irrevocable, porque así es la vida cuando quiere vivir y así son los sueños cuanto te nacen en el pecho y tienen todo el sentido que tienen que tener, a pesar de los dedos, de los perros, de la envidia y de las cobardías transferidas.
Gente es así, escuchense. No, no es asá, es así. Como vos lo sentís, como a vos te late, como a vos te galopa. Y es así porque es en vos y si es en vos es en otros y es en todos, aunque de todos los que se animen a escucharlo, a decirlo, a escribirlo, seamos sólo unos pocos.
Seamos cada vez más. El mundo es nuestro.
:
Llorando con Serrat en
la ciudad de nombre inglés entendí que la música conmueve tanto a los
corazones porque estos, en su expresión primera y vital que es el
latido, suenan. Y el sonido es, entonces, el cordón de plata de la vida,
que une todos nuestros devenires con nuestro origen, existencia y
eternidad.
Y eso es probablemente lo más lindo que dije en mi vida. Además de te amo, los quiero y hermana.
Y eso es probablemente lo más lindo que dije en mi vida. Además de te amo, los quiero y hermana.
jueves, 21 de julio de 2011
11177
Cuando era chico un día
mi papá estaba pintando la casita de Talar, y tenía en una botella de
Sprite de esas de plástico duro cargada agua.
¿Por qué le pones esprait a la pared pa?
Para que después quede con gustito.
Cuando la pintura se secó, lo tengo que decir, le pasé la lengua. Esa fue la primera vez que probé una pared.
::::
Es inevitable contrastar, todo el tiempo. Contrastar con cómo se estaba antes. Con lo que se tenía, con lo que no, y con lo que tenemos hoy, y lo que no. Personalmente creo que el saldo no puede ser más que positivo, porque uno siempre ha avanzado. Es cierto, a veces uno se siente más viejo. Es cierto, uno a veces se pregunta cuánto más esperar para que algo que quiere se de. Pero también hay que mirarse a uno y reconocer su propio crecimiento, que es inevitable que no lo haya.
Porque el problema amiguitos míos, ya lo sabemos, es siempre la paciencia. Y pobre de aquel que no entienda que es una necesidad humana (sí, lo es) hacer las cosas mal, equivocarse. Nos cabe el riesgo porque ahí es donde nos sentimos vivos. Es el recorrer las galerías de Paris, ese otro cielo de Cortázar, y no quedarse mirando las plantas crecer. O al menos no antes de tiempo.
Me alegra mucho, mi querido L, que veas que la felicidad está en las pequeñas cosas. Que no es necesario demostrarle nada a nadie. Que lo primero siempre es uno y el resto es, cuando afilan sus dedos, de palo. A mi la verdad no me interesa que me entienda nadie. Porque por otro lado creo que nadie puede entender a nadie completamente. Ni siquiera uno mismo. Se pueden entender actitudes, pero en verdad uno hace las cosas porque sabe que en este o en aquel rincón le hacen bien. Aunque también sepa que le hacen mal.
Y es hora de que asumamos, y creanme que eso sirve para calmarse, que en la vida el porcentaje de cosas que depende de nosotros es pequeño. Y posta que la suerte existe y para mi es todas aquellas cosas que no podemos controlar y casi ni siquiera explicar. Quien haya jugado al TEG sabe de lo que hablo. Si los dados no te tiran seis, no te tiran seis, y no hay nada que hacerle mi chango. Que quien tira los dados somos nosotros? Es cierto, pero eso no quiere decir que los podemos controlar.
La única refutación a mi teoría de la suerte que acepto (que en verdad no es una refutación, sino un bemol) es que a la misma hay que ayudarla. Porque si no, claramente, la vida nos pasa por las narices, y el culito hay que moverlo también, cause nazing is sou isi. De eso se trata también.
River se fue a la B. Argentina quedó eliminada de la CA en cuartos. Dejenme decirles, y sepan disculpar los vómitos de sincericidio, que nos afectan tanto porque nos proyectamos en esas personas. Me llamó mucho la atención en la cancha, el día del descenso, un hombre que con las venas del cuello peligrosamente hinchadas, con los ojos inyectados y desgarrandose la garganta gritaba "Por ustedes me fui a la B, por ustedes me fui a la B". Querido hermano riverplatense, vos no te fuiste a la B, se fueron los responsables de que eso pase. Usted es responsable de su vida y no le huya a eso. Llore porque no logra lo que quiere. Llore porque su familia no es feliz, porque no tiene trabajo o porque no puede realizarse. Pero no espere que los demás se realicen por usted. Nosotros jugamos partidos de fútbol cada día. Jugamos CA cada día, también promociones. Todo lo que está en nuestras manos es reconocer que esas son las ocasiones que dependen de nosotros. Que es en esos momentos en los que tenemos que sacar la fuerza, el corazón y las pelotas para ganar.
Y si, se puede perder. El perder existe. No lo neguemos más. Ganar es lo opuesto a parder y son lo mismo, por ello. La cultura oriental lo sabe. El ying. El yang. Entonces entendamos que no todo en la vida es triunfar. Porque cuando perdemos un laburo, cuando perdemos una novia, cuando perdemos a un ser querido, aunque cueste tanto verlo, también ganamos. ¿Cómo lo se? Porque duele. ¿Y qué tiene eso que ver? Que lo que duele es crecer.
Entendamos que lo que está en nuestras manos es improvisar, todo el tiempo. "Si esto hubiera sido así, hubiera hecho esto, pero fue asá" Y bueno viejo, fue asá. Te vas a quedar con eso? Pues no, hay que improvisar muchacho, porque si no nos hundimos.
Hay que ser vanguardia. Hay que ir al frente. Aunque los domingos sean domingos, aunque el invierno sea invierno. No queda otra que seguir yendo; ya lo dijo Serrat.
Las paredes, ya aprendimos, no tienen gustito a esprait. Son para darselas en la frente. Y para escalarlas. Así que, su ruta.
Salud y buenos alimentos.
¿Por qué le pones esprait a la pared pa?
Para que después quede con gustito.
Cuando la pintura se secó, lo tengo que decir, le pasé la lengua. Esa fue la primera vez que probé una pared.
::::
Es inevitable contrastar, todo el tiempo. Contrastar con cómo se estaba antes. Con lo que se tenía, con lo que no, y con lo que tenemos hoy, y lo que no. Personalmente creo que el saldo no puede ser más que positivo, porque uno siempre ha avanzado. Es cierto, a veces uno se siente más viejo. Es cierto, uno a veces se pregunta cuánto más esperar para que algo que quiere se de. Pero también hay que mirarse a uno y reconocer su propio crecimiento, que es inevitable que no lo haya.
Porque el problema amiguitos míos, ya lo sabemos, es siempre la paciencia. Y pobre de aquel que no entienda que es una necesidad humana (sí, lo es) hacer las cosas mal, equivocarse. Nos cabe el riesgo porque ahí es donde nos sentimos vivos. Es el recorrer las galerías de Paris, ese otro cielo de Cortázar, y no quedarse mirando las plantas crecer. O al menos no antes de tiempo.
Me alegra mucho, mi querido L, que veas que la felicidad está en las pequeñas cosas. Que no es necesario demostrarle nada a nadie. Que lo primero siempre es uno y el resto es, cuando afilan sus dedos, de palo. A mi la verdad no me interesa que me entienda nadie. Porque por otro lado creo que nadie puede entender a nadie completamente. Ni siquiera uno mismo. Se pueden entender actitudes, pero en verdad uno hace las cosas porque sabe que en este o en aquel rincón le hacen bien. Aunque también sepa que le hacen mal.
Y es hora de que asumamos, y creanme que eso sirve para calmarse, que en la vida el porcentaje de cosas que depende de nosotros es pequeño. Y posta que la suerte existe y para mi es todas aquellas cosas que no podemos controlar y casi ni siquiera explicar. Quien haya jugado al TEG sabe de lo que hablo. Si los dados no te tiran seis, no te tiran seis, y no hay nada que hacerle mi chango. Que quien tira los dados somos nosotros? Es cierto, pero eso no quiere decir que los podemos controlar.
La única refutación a mi teoría de la suerte que acepto (que en verdad no es una refutación, sino un bemol) es que a la misma hay que ayudarla. Porque si no, claramente, la vida nos pasa por las narices, y el culito hay que moverlo también, cause nazing is sou isi. De eso se trata también.
River se fue a la B. Argentina quedó eliminada de la CA en cuartos. Dejenme decirles, y sepan disculpar los vómitos de sincericidio, que nos afectan tanto porque nos proyectamos en esas personas. Me llamó mucho la atención en la cancha, el día del descenso, un hombre que con las venas del cuello peligrosamente hinchadas, con los ojos inyectados y desgarrandose la garganta gritaba "Por ustedes me fui a la B, por ustedes me fui a la B". Querido hermano riverplatense, vos no te fuiste a la B, se fueron los responsables de que eso pase. Usted es responsable de su vida y no le huya a eso. Llore porque no logra lo que quiere. Llore porque su familia no es feliz, porque no tiene trabajo o porque no puede realizarse. Pero no espere que los demás se realicen por usted. Nosotros jugamos partidos de fútbol cada día. Jugamos CA cada día, también promociones. Todo lo que está en nuestras manos es reconocer que esas son las ocasiones que dependen de nosotros. Que es en esos momentos en los que tenemos que sacar la fuerza, el corazón y las pelotas para ganar.
Y si, se puede perder. El perder existe. No lo neguemos más. Ganar es lo opuesto a parder y son lo mismo, por ello. La cultura oriental lo sabe. El ying. El yang. Entonces entendamos que no todo en la vida es triunfar. Porque cuando perdemos un laburo, cuando perdemos una novia, cuando perdemos a un ser querido, aunque cueste tanto verlo, también ganamos. ¿Cómo lo se? Porque duele. ¿Y qué tiene eso que ver? Que lo que duele es crecer.
Entendamos que lo que está en nuestras manos es improvisar, todo el tiempo. "Si esto hubiera sido así, hubiera hecho esto, pero fue asá" Y bueno viejo, fue asá. Te vas a quedar con eso? Pues no, hay que improvisar muchacho, porque si no nos hundimos.
Hay que ser vanguardia. Hay que ir al frente. Aunque los domingos sean domingos, aunque el invierno sea invierno. No queda otra que seguir yendo; ya lo dijo Serrat.
Las paredes, ya aprendimos, no tienen gustito a esprait. Son para darselas en la frente. Y para escalarlas. Así que, su ruta.
Salud y buenos alimentos.
miércoles, 22 de junio de 2011
Condensación de los calores.
vidrio. frío. vapor. mojado. adentro, afuera, chorreado y seco. el vapor de las bocas abiertas. las quijadas y los adoquines.
hoy soy un marco sin cuadro. una o que es todo contraforma. o sea que es eso. la no o. O.
tempura. intersticios. vacíos.
las almas repudian todo invierno.
hoy soy un marco sin cuadro. una o que es todo contraforma. o sea que es eso. la no o. O.
tempura. intersticios. vacíos.
las almas repudian todo invierno.
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