Quien me ame tendrá que amar también la manera en que amo el mundo que amo, y tal vez amarlo en la misma dirección.
Sería bueno, comensales (con el debido respeto L) que si yo con mis textos les hablo, los interpelo, les pregunto y les hago guiños me contesten, me devuelvan e intercambiemos. A fin de cuentas las palabras no son más que excusas.
La gente todavía habla en los trenes. La gente todavía habla en los colectivos. El destino siempre será chambón y siempre se charlará en las carrozas de caballos, saboreando tortas fritas, aunque tantos quieran anularlo, conectarnos y automatizarnos. Eso nunca a a pasar porque el hombre es hombre porque se rebela y nunca dejará de ser así.
Y eso fue un mal final. Aunque improvisado.
domingo, 30 de octubre de 2011
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